He considerado muy interesante este artículo de Clifford D. May que LIBERTADDIGITAL.COM ha publicado en sus páginas. Con el fin de evitar interpretaciones erróneas del texto, he considerado oportuno reproducrilo textualmente:
No llamemos antisemita o antiisraelí al caricaturista Pat Oliphant. Sólo aclaremos lo que está haciendo: animar a aquellos cuyas intenciones son genocidas.
Hamás entra inequívocamente en esa categoría. La Carta Fundacional de Hamás exhorta a la "aniquilación de Israel". El fundador de Hamás, el jeque Ahmed Yasín, decía que Israel debe "desaparecer del mapa". El portavoz y legislador de Hamás, el jeque Ahmad Bahr, ha dicho que Israel y Estados Unidos "serán aniquilados" añadiendo: "Mátenlos a todos, hasta el último que quede". La televisión de Hamás, al-Aqsa, ha prometido: "Borraremos a la gente de Sión y no dejaremos ni a uno".
Oliphant no es cualquier creador de opinión. Él es el caricaturista político más publicado del mundo, ganador del Pulitzer y de otros prestigiosos premios. La caricatura que publicó a finales de marzo muestra una figura sin cabeza (por lo tanto inhumana) representando a Israel. La criatura usa botas y marcha a paso de ganso (porque los nazis usaban botas y marchaban a paso de ganso). Tiene un brazo musculoso y peludo que blande una espada (para sugerir que es un ser primitivo y belicoso). Va empujando una estrella de David (el símbolo de Israel y del judaísmo) que tiene cara de tiburón con una boca abierta llena de dientes largos y afilados (no hace falta mayor explicación). Persigue a una pequeña e indefensa madre y a su hijo; su víctima se llama "Gaza".
El simbolismo aquí no es nada original. Deshumanizar a los judíos en caricaturas es una tradición que se remonta por lo menos a los días de la Alemania de los años 30 y que se ha mantenido en la prensa árabe desde entonces. Tampoco es novedad comparar a los judíos del siglo XXI con sus verdugos del siglo XX. Pero hasta ahora, semejantes imágenes nunca habían encontrado legitimidad en los principales medios de comunicación. Las caricaturas de Oliphant se publican en cientos de periódicos del mundo entero y en medios online. Esto marca un punto de inflexión.
Puede que a Oliphant no le interese el contexto del conflicto entre Israel y Hamás, pero le debería interesar a otros. Por ejemplo, está el hecho de que Israel ocupó Gaza como consecuencia de la guerra de 1967 emprendida contra Israel por Egipto, Siria, Jordania y otros estados árabes. Antes de eso, Gaza era territorio egipcio. También está el hecho de que Israel abandonó su ocupación de Gaza en 2005. Y también está el hecho pertinente de que mucha gente de Gaza ha apoyado a Hamás sabiendo claramente que la gran prioridad de esa organización es emprender la yihad contra Israel.
En estos últimos años, eso ha significado una lluvia de misiles contra israelíes, especialmente contra madres y niños israelíes. Hace unos meses, Israel lanzó una ofensiva aérea y terrestre de tres semanas en un intento por detener a Hamás.
No son solamente los defensores de Israel quienes culpan a Hamás por la muerte y destrucción que ello provocó. Decía Nimr Hammad, consejero del presidente de la Autoridad Palestina Mahmud Abbás que "el único responsable es Hamás y no la entidad sionista que simplemente reaccionó al lanzamiento de misiles palestinos".
Las guerras no son jamás un picnic pero durante el reciente conflicto, lejos de actuar como un monstruo sin cabeza, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) hicieron esfuerzos extraordinarios para limitar el número de víctimas civiles, por ejemplo avisando por teléfono anticipadamente a los civiles palestinos para que abandonaran las zonas que serían atacadas.
Hamás, por el contrario, tomó medidas para aumentar la cifra de muertos civiles. Por ejemplo, el comandante de una brigada acorazada israelí le contaba al New York Times que sus tropas se toparon con "una mujer de 60 años, caminando con una bandera blanca y detrás de ella venían 6 u 8 niños y detrás de ellos venía un combatiente de Hamás con su arma. No le disparamos", contaba el comandante.
Barry Rubin, autor y académico israelí, en un análisis mordaz de la caricatura de Oliphant, no acusa al dibujante de antisemitismo, ni siquiera de odio hacia los israelíes. "Lo que hay aquí es una falta de entendimiento tan enorme que incitará al odio, causará violencia y muerte y dificultará que se lleven a cabo acciones necesarias para ayudar a la gente, incluyendo a los palestinos que son el supuesto objeto de la condolencia [de Oliphant] pero que están condenados a sufrir bajo un régimen represivo que mantiene una política permanente de guerra".
Rubin también argumenta que la imagen de Oliphant "representa la mentalidad que plagará a todo Estado occidental y democrático en los próximos años. Imagínese la misma caricatura pero sustituya la estrella de David por la bandera americana de un Estados Unidos malvado atacando a los talibanes, Al-Qaeda o Irak, o a los musulmanes en general".
Lo cual plantea esta pregunta: ¿Será que Oliphant y otros como él creen que la gente que sufre el ataque de los islamistas militantes no tiene derecho a la autodefensa? ¿O simplemente esperan que los israelíes tengan que acostumbrarse a aguantar el castigo indefinidamente?
No estoy seguro de qué respuesta sería más alarmante.
Hamás entra inequívocamente en esa categoría. La Carta Fundacional de Hamás exhorta a la "aniquilación de Israel". El fundador de Hamás, el jeque Ahmed Yasín, decía que Israel debe "desaparecer del mapa". El portavoz y legislador de Hamás, el jeque Ahmad Bahr, ha dicho que Israel y Estados Unidos "serán aniquilados" añadiendo: "Mátenlos a todos, hasta el último que quede". La televisión de Hamás, al-Aqsa, ha prometido: "Borraremos a la gente de Sión y no dejaremos ni a uno".
Oliphant no es cualquier creador de opinión. Él es el caricaturista político más publicado del mundo, ganador del Pulitzer y de otros prestigiosos premios. La caricatura que publicó a finales de marzo muestra una figura sin cabeza (por lo tanto inhumana) representando a Israel. La criatura usa botas y marcha a paso de ganso (porque los nazis usaban botas y marchaban a paso de ganso). Tiene un brazo musculoso y peludo que blande una espada (para sugerir que es un ser primitivo y belicoso). Va empujando una estrella de David (el símbolo de Israel y del judaísmo) que tiene cara de tiburón con una boca abierta llena de dientes largos y afilados (no hace falta mayor explicación). Persigue a una pequeña e indefensa madre y a su hijo; su víctima se llama "Gaza".
El simbolismo aquí no es nada original. Deshumanizar a los judíos en caricaturas es una tradición que se remonta por lo menos a los días de la Alemania de los años 30 y que se ha mantenido en la prensa árabe desde entonces. Tampoco es novedad comparar a los judíos del siglo XXI con sus verdugos del siglo XX. Pero hasta ahora, semejantes imágenes nunca habían encontrado legitimidad en los principales medios de comunicación. Las caricaturas de Oliphant se publican en cientos de periódicos del mundo entero y en medios online. Esto marca un punto de inflexión.
Puede que a Oliphant no le interese el contexto del conflicto entre Israel y Hamás, pero le debería interesar a otros. Por ejemplo, está el hecho de que Israel ocupó Gaza como consecuencia de la guerra de 1967 emprendida contra Israel por Egipto, Siria, Jordania y otros estados árabes. Antes de eso, Gaza era territorio egipcio. También está el hecho de que Israel abandonó su ocupación de Gaza en 2005. Y también está el hecho pertinente de que mucha gente de Gaza ha apoyado a Hamás sabiendo claramente que la gran prioridad de esa organización es emprender la yihad contra Israel.
En estos últimos años, eso ha significado una lluvia de misiles contra israelíes, especialmente contra madres y niños israelíes. Hace unos meses, Israel lanzó una ofensiva aérea y terrestre de tres semanas en un intento por detener a Hamás.
No son solamente los defensores de Israel quienes culpan a Hamás por la muerte y destrucción que ello provocó. Decía Nimr Hammad, consejero del presidente de la Autoridad Palestina Mahmud Abbás que "el único responsable es Hamás y no la entidad sionista que simplemente reaccionó al lanzamiento de misiles palestinos".
Las guerras no son jamás un picnic pero durante el reciente conflicto, lejos de actuar como un monstruo sin cabeza, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) hicieron esfuerzos extraordinarios para limitar el número de víctimas civiles, por ejemplo avisando por teléfono anticipadamente a los civiles palestinos para que abandonaran las zonas que serían atacadas.
Hamás, por el contrario, tomó medidas para aumentar la cifra de muertos civiles. Por ejemplo, el comandante de una brigada acorazada israelí le contaba al New York Times que sus tropas se toparon con "una mujer de 60 años, caminando con una bandera blanca y detrás de ella venían 6 u 8 niños y detrás de ellos venía un combatiente de Hamás con su arma. No le disparamos", contaba el comandante.
Barry Rubin, autor y académico israelí, en un análisis mordaz de la caricatura de Oliphant, no acusa al dibujante de antisemitismo, ni siquiera de odio hacia los israelíes. "Lo que hay aquí es una falta de entendimiento tan enorme que incitará al odio, causará violencia y muerte y dificultará que se lleven a cabo acciones necesarias para ayudar a la gente, incluyendo a los palestinos que son el supuesto objeto de la condolencia [de Oliphant] pero que están condenados a sufrir bajo un régimen represivo que mantiene una política permanente de guerra".
Rubin también argumenta que la imagen de Oliphant "representa la mentalidad que plagará a todo Estado occidental y democrático en los próximos años. Imagínese la misma caricatura pero sustituya la estrella de David por la bandera americana de un Estados Unidos malvado atacando a los talibanes, Al-Qaeda o Irak, o a los musulmanes en general".
Lo cual plantea esta pregunta: ¿Será que Oliphant y otros como él creen que la gente que sufre el ataque de los islamistas militantes no tiene derecho a la autodefensa? ¿O simplemente esperan que los israelíes tengan que acostumbrarse a aguantar el castigo indefinidamente?
No estoy seguro de qué respuesta sería más alarmante.
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